¡La experiencia de nuestros participantes españoles en el proyecto “E[mind]cipation” ha sido muy interesante!
Vamos a ver que nos cuentan:
“A lo largo de los últimos años, el mundo ha ido evolucionando a un ritmo tan acelerado que han surgido bastantes soluciones a muchos problemas que afectan a distintos ámbitos. La profundidad de ese tipo de reflexiones ha sido posible gracias a grandes pensadores y se ha logrado construir un marco social más dinámico que ofrece infinidad de pareceres muy fructíferos. Aunque son muchos los puntos de vista y las mejoras que se lograron, todavía existe una gran parte de la sociedad que no practica el pensamiento crítico y que deja a este en la superficie de las relaciones sociales. Por ello, es fácil llegarse a replantear la veracidad de las cosas, dudar acerca de la forma de ver la vida o de la propia interconexión de las comunidades hoy en día. Para muchos, el hecho de pensar de forma crítica quizás resulta ser una mera percepción filosófica y utópica del camino de la vida mientras que para otros tantos resulta ser un efecto real de la lucha continua de valores. Pero… ¿todavía existen motivos suficientes para seguir pensado diferente? La respuesta es afirmativa y se apoya en el fundamento constructivo de que aún existen asociaciones, grupos y personas que cooperan para alcanzar un mundo más crítico y equitativo.
Tras haber asistido al curso de formación de pensamiento crítico organizado por la asociación Via Brachy en Francia, uno se plantea un posible cambio global. Este tipo de cambio no es solo general, sino que nace a título individual y está primero en nuestras manos. Pendiente de practicar, el cambio persigue un escenario social más conveniente donde las personas marcamos la diferencia a través del respeto y la solidaridad. Tan solo una semana de aprendizaje ha sido más que suficiente para poder descubrir el panorama social de diferentes países en Europa el cual dista en los valores existentes entre la mayoría de la juventud europea. Los jóvenes de Europa son el futuro y de ellos depende la sostenibilidad de la comunidad social.
A pesar de estar todos reunidos en un mismo grupo lo cierto es que en países como los participantes de Portugal, Grecia, Estonia, España o la propia Francia todavía se existen diferencias en cuanto a avances sociales. Independientemente del fenómeno político o económico de cada país, se logra describir de forma diferente un escenario social real que varía sustancialmente. No obstante, y de manera sorprendente, todos estos también tienen puntos en común como es la propia visión futurística hacia el cambio y la apuesta por una sociedad más diversa.
La dinamización de los diversos grupos participantes del proyecto ha servido para desarrollar actividades únicas, ejemplares y útiles que persiguen no solo repasar las asignaturas pendientes en materia social, sino también implantar y poner en práctica todo lo aprendido tras el regreso a cada país. La comparación de la realidad de los grupos minoritarios por países ha servido para percibir las necesidades existentes que cada vez más demanda una Europa sólida y unida. Habiendo avanzado bastante en los derechos humanos para grupos minoritarios europeos tales como la comunidad LGBTIQ+ o la propia inmigración dentro de este continente, lo cierto es que se necesita profundizar más y avanzar al máximo posible en términos de pensamiento crítico. Del mismo modo, otras áreas como la salud mental están todavía bastante estigmatizadas y se necesita trabajar de forma colaborativa en ellas para operar positivamente construyendo una sociedad más respetuosa en su conjunto total.
La Francia rural y poco conocida como localización del proyecto ha sido un completo acierto que ha servido de ejemplo real para recordar que todavía es posible avanzar en cuanto al pragmatismo de las acciones de mejora social. Efectivamente, a lo largo de la región occitana coexisten diferentes comunidades alternativas en las que se lucha por lograr una sociedad más comprometida no solo con las personas, sino también con el medioambiente. De nosotros depende plantar una semilla de esperanza, así como abonar nuestras vidas con respeto y visión crítica. Este nuestro planeta tiene el derecho a ser cuidado y mimado con nuestra contribución para hacer una gran diferencia en todos los resultados que podamos lograr como grupo humano. Europa necesita ser pionera en ello y el hecho de poder nutrirse de pensamiento crítico resulta vital para destapar los problemas sociales existentes actualmente y hacerles frente. Ese pensamiento crítico tendrá que aplicarse con raciocinio erradicando los prejuicios que se han ido cosechando con el tiempo en un ambiente superficial y materialista. No es extraordinario reconocer que aún existen asignaturas pendientes en el crecimiento como personas y se necesita optar por otro tipo de alternativas sociales para dar la vuelta a ese tipo de tendencias. La libertad comenzará a tomar sentido tras la apuesta completa por la diversidad dejando de lado la estigmatización en todos los grupos de opinión existentes.
La educación no formal sigue siendo una herramienta esencial para movilizar a los jóvenes de Europa y solo esta puede servir de palanca para romper con las barreras marcadas por las diferencias. Al final, nuestra perspectiva puede verse alterarse y solo nosotros podemos lograr ver las ventajas de la inclusión social y la unidad europea. Hay que recordar día a día que es viable digerir los prejuicios y hacer un esfuerzo contra su lucha. La apuesta por la píldora crítica servirá como alternativa a la mejora social y permitirá que nuestra sociedad rejuvenezca de manera más sana y enriquecida. El pensamiento crítico será así símbolo del ADN europeo propio. Recordémoslo”.